La Capilla de San Silvestre

Están ante la capilla de San Silvestre situada en el Valle de Arús en el término municipal de Vallirana. El Valle de Arús es una de las áreas naturales más impresionantes de Vallirana que está incluida dentro del Espacio Natural Protegido de las Montañas del Ordal. El espacio fue declarado como Zona de Especial Protección para las aves en 2005 y posteriormente fue ampliado pasando a formar parte de la red europea de espacios naturales protegidos (Natura 2000).

La zona es atravesada por el sendero PR-C 163 homologado por la Federación de Entidades Excursionistas de Cataluña y que está incluido dentro de la red de senderos del Baix Llobregat.
La vegetación está representada por bosques de pino blanco y carços, y está regada por el torrente de Campderrós, por el del Salt del Bou y por los fondos de la Guixera y del Valle de Arús. El valle está caracterizada por las construcciones de piedra seca y los hornos de cal, así como por la presencia de la masía de Can Bogunyà (una de las más antiguas del municipio).

La primera referencia documental relacionada con el templo es del año 904. La capilla fue entregada al monasterio de Sant Cugat por el obispo Teodorico de Barcelona, convirtiéndose en una celda monástica dependiente de la iglesia de la Santa Cruz (situada en el valle del castillo de Cervelló).
A partir del siglo XIII, con la aparición de la iglesia de San Mateo junto a la masía de Can Julià, la capilla deja de ser el templo principal del término de Vallirana aunque el edificio funcionaba como capilla eremítica.

Tal como indica la fecha del portal, a finales del siglo XVIII (1793), el edificio fue completamente reformado y pocos años después la capilla volvió a hacer funciones de iglesia dado que durante la guerra de la Independencia, el templo parroquial fue incendiado y destrozado.
Posteriormente la capilla fue transferida a la finca de Can Bogunyà y 1851, Josep Bogunyà pide licencia para celebrar misa mayor por la fiesta del santo, apareciendo como capilla pública. El encuentro de San Silvestre se celebró hasta la guerra civil 1936-39.

Durante el siglo XX, los propietarios tapiaron la ermita en varias ocasiones para evitar el vandalismo creciente que sufría.
El año 2014, el ayuntamiento de Vallirana y la propiedad de la finca de Can Bogunyà firmaron un convenio urbanístico de cesión de uso de los terrenos donde se ubica la ermita por 75 años. El consistorio ha sido el responsable del arreglo del entorno y de la restauración del edificio, inaugurados el 15 de mayo de 2021.

La capilla de San Silvestre históricamente ya raíz de las excavaciones arqueológicas realizadas en 1991, se había considerado un edificio de origen prerrománico, en gran parte reconstruido durante la segunda mitad del siglo X y uno de los pocos vestigios arquitectónicos de esta época en la comarca.
Pero a raíz de la última intervención arqueológica en el año 2020 esta cronología ha variado. Se han descubierto nuevos indicios y pruebas que indicarían que probablemente podría tratarse de una construcción con una cronología fuerza anterior, correspondiente a la época visigoda (siglos V-VI).

Sea como sea, en época barroca, la capilla recibió importantes transformaciones arquitectónicas y decorativas, que han proporcionado al edificio su configuración y fisonomía actuales.
Sólo la estructura del ábside, junto con el basamento de los muros de la nave, se corresponderían con la fase primigenia de construcción (siglos V y VI). La bóveda de la nave (con el recrecimiento de los muros), la pequeña sacristía situada en el lado sur del presbiterio y también la actual portada de acceso son resultado de la reforma barroca) realizada en 1793, como se indica en la dintel de la puerta).

El hecho de situar los orígenes de la capilla de San Silvestre en la antigüedad tardía pone de relieve la gran trascendencia del monumento dentro del panorama histórico de la arquitectura tardo antigua y alto medieval en Cataluña.

Después de varias intervenciones arqueológicas realizadas en la capilla de San Silvestre de Vallirana se han podido establecer tres fases de la evolución cronológica del edificio:

La 1ª FASE, que correspondería al momento más antiguo del edificio que se ha podido documentar.
De este periodo se han identificado los restos de un altar rectangular de 80 x 60 cm hecho con piedras medianas ligadas con argamasa de cal que estaba situado en el centro del ábside. Este altar llevaba asociado un pavimento de cal blanca en la parte anterior y tierra batida en la parte posterior que se asentaba sobre una preparación o rudus formado por pequeños bloques de piedra irregulares (de unos 10 cm) relacionados con arcillas y que se apoyaban sobre el terreno geológico.
En el ábside se han localizado varias capas de revestimientos superpuestos, fruto de las reformas decorativas que el edificio ha sufrido a lo largo de la historia. Destacan los revestimientos barrocos de los siglos XVII y XVIII, los morteros correspondientes al barroco tardío del siglo XIX y encalados del siglo XX).
En el muro del ábside se conserva una taquilla o hornacina el vacío de planta semicircular para colocar una urna o escultura y que cumplía una función ornamental.
La precariedad de construcción del ábside y el hecho de que no se ve ningún inicio de vuelta hace pensar que el techo originariamente debía ir cubierto con madera.

En el suelo de nave se han encontrado restos de rudus al mismo nivel de los que se han encontrado en la zona del altar que pondría en evidencia que la nave y el presbiterio se encontraban en el mismo plano, sin desniveles entre ambos espacios.
En la nave se han localizado algunos enterramientos de niños de corta edad ubicados cronológicamente entre los siglos X y XIII, al no encontrarse elementos de ajuar o de material arqueológico relacionados con la época de enterramiento se hace difícil la precisión de su cronología exacta.

En la 2ª FASE, el altar central es amortizado y se construye uno nuevo al fondo del ábside. Se construyen escalones entre el ábside y la nave. El ábside va asociado a un pavimento de losas que durará hasta finales del siglo XVIII.

La 3ª FASE, corresponde a la gran reforma del año 1793, en la que se construye la sacristía adosada que obligó a derribar parte del ábside y se ubica el altar en el límite con la nave. El pavimento de losas es sustituido por un pavimento de baldosas. También se construye una nueva cubierta con bóveda de lunetos y un nuevo portal adquiriendo el aspecto actual. Podemos ver la fecha de la gran reforma en el dintel de la puerta de entrada

Las últimas intervenciones arqueológicas (realizadas de 2018 a 2020) han hecho remontar los inicios de la construcción de la capilla hacia períodos más antiguos al del siglo X (hasta ahora documentado), situando sus orígenes concretamente en la época visigoda (siglos V -VI).
Se han encontrado varios indicadores o pruebas que evidenciarían este origen visigótico:

1. En primer lugar, se han identificado restos de muros de cimentación por debajo de las actuales fachadas, concretamente en la zona del ábside, en la zona de la sacristía y bajo una de las fachadas de la nave. También se ha localizado la continuidad de uno de los muros hacia el exterior del edificio (Que puede ver en el exterior de la fachada sur de la nave).
   La disposición de estos restos de cimientos sólo concuerdan en parte con la totalidad de los muros actuales de la capilla. Lo que indica que la capilla actual podría haber sido construida encima de otro edificio original que actualmente se desconoce su volumen, extensión y funcionalidad.
2. También se ha localizado en la vertiente norte exterior del ábside una estructura funeraria de piedras rectangular de 2 m de largo, unos 70 como de ancho y unos 40 cm de profundidad con piedras planas en la base y que parece corresponder a una tumba singular.Esta estructura funeraria estaba encajada aprovechando los cimientos del edificio originario, por lo tanto este edificio originario ya estaba construido cuando encajaron el sepulcro.

   En el interior del sepulcro se han encontrado los restos óseos de un individuo masculino de edad adulta. Según las analíticas de radiocarbono estos restos corresponderían a los siglos VI-VII y por lo tanto también lo serían los cimientos del edificio originario.

3. Por último, en el ábside se ha identificado una cruz incisa de gran rusticidad de la que cuelgan una letra alfa (y también colgaría una letra omega pero no se ha encontrado), esta iconografía es de tipo paleocristiana y también en el mismo ábside se ha identificado una pintura roja, la más antigua que se conserva y que posiblemente se correspondería al periodo visigótico.

La identificación de la cruz incisa en el ábside como elemento decorativo, el descubrimiento del monumento funerario así como la datación científica de sus restos óseos sitúan la construcción originaria de la capilla de San Silvestre en el siglo VI, pasando a considerarse un ejemplo extraordinario de la antigüedad tardía en Cataluña que le otorga un alto valor histórico, cultural y patrimonial.

Cabe decir que las intervenciones arqueológicas en torno a la capilla de San Silvestre no han finalizado ya que hay indicios de que en torno a la capilla, en concreto a gran explanada que se encuentra justo delante podría haber restos arqueológicos quizás de restos de un poblado todo lo apuntan los resultados de una prospección con georadar y la misteriosa falta de vegetación, pero de momento son hipótesis que habrá que contrastar para que aporten más datos en referencia al contexto histórico y antropológico de la capilla de San Silvestre de Vallirana.

Aquí descansan los restos de Bernat el Bárbaro.

Según cuenta la leyenda, Bernat el Bárbaro era un temido guerrero Visigodo de una altura casi de dos metros que atravesaba con su ejercido la antigua Vía Augusta de Barcelona en Tarragona con el mandato de luchar con los pueblos que se encontrara a lo largo del camino y someterlos al poder visogodo. Poco antes de llegar a Vallirana, fue herido de guerra por los guerreros hispano-romanos del lado contrario. Lo hacían por muerto, pero su caballo le llevó hasta Vallirana, en concreto hasta la aldea de Sant Silvestre donde había masías, campos de cultivo y una capilla.

Los Valliranenses temerosos se encomendaron a San Silvestre para que curara al guerrero y lo acogieron hasta que se recuperó de las heridas. Bernat una vez recuperado estuvo tan agradecido que fue incapaz de luchar contra este pueblo tan hospitalario y decidió quedarse a vivir con la promesa de defenderlos ante los ataques de cualquier pueblo guerrero y ayudarles en los pesados trabajos del campo.

Cuando Bernat el Bárbaro ya era un hombre viejo yendo a buscar agua al río del Valle de Arús, vio cómo se acercaba a él un ejército de visigodos que querían someter al pueblo de Vallirana, él lo impidió diciendo: “de mis pies no pasareis” y según se dice, los guerreros visigodos lo dejaron sin pies y sometieron a Vallirana a su poder.
El guerrero Bernat el Bárbaro murió a “manos de los suyos” a raíz de esta gran proeza. El pueblo de Vallirana en señal de agradecimiento enterró a Bernat el Bárbaro donde sólo se podían enterrar personas muy importantes y destacadas del municipio. Este lugar privilegiado estaba junto al ábside de la capilla de San Silvestre y de cara a levante porque así le acompañaría siempre la luz y el calor del sol. También pusieron su nombre a la cima más alta del pueblo, el Puig Bernat, como símbolo de la majestuosa y leal protección del guerrero al pueblo de Vallirana.
Cuando abrieron la tumba en las excavaciones de 2020, se encontraron el esqueleto de un hombre de casi dos metros de altura, situado de cara al este y sin pies.
En los alrededores de San Silvestre dicen que a veces se oye el ruido lejano del galope de un caballo que nunca nadie ha visto…